Ross Anderson (hijo)/ foto de: BBC Mundo
Se llamaba Vera Anderson, una americana de 78 años de edad que residía en Medford, Oregon. Anderson, trabajó toda su vida y ahorró lo suficiente para cumplir su deseo de recorrer el mundo cuando estuviera jubilada. No obstante, sufrió una complicación de salud que le provocó convalecer en un hospital del estado de Colorado.
Desde allí y junto a su hijo Ross Anderson, tomo una inusual decisión. Su condición de salud le impedía viajar el mundo pero modificó su testamento para alcanzar su sueño. En el mismo, estipuló que deseaba ser incinerada y que sus cenizas debían distribuirse entre 241 bolsas que serían enviadas a jefes de los servicios de correo postal. Los destinos estaban identificados: los cincuenta estados americanos y sobre 191 países del mundo.
Luego de su muerte, su hijo logró cumplir la voluntad de la septuagenaria. Sus cenizas fueron esparcidas en todos los lugares que siempre soñó visitar. Se generó una cadena internacional. Sus restos llegaron a Bolivia, El palacio real de Estocolmo, Thailandia, Japón, la Antártida y hasta el desierto del Sahara.
"Hay tantas personas de tantos lugares que han puesto las cenizas en los lugares que ella deseaba", expresó su hijo Ross a BBC Mundo. Le han informado sobre ceremonias y rituales celebrados en su honor. Las última voluntad de su madre han sido tratada con respeto por miles alrededor del mundo.
Quise compartir la noticia porque es evidencia nuestro sentido de humanismo y que no existen imposibles cuando se tiene voluntad. Así también, representa un gran ejemplo de superación. Felicito a todos los que se hicieron parte. Que descance en paz Ms. Anderson. Ojalá y sirva de ejemplo para los que aún no valoran la vida.
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